miércoles, septiembre 29, 2010
domingo, septiembre 26, 2010
viernes, septiembre 24, 2010
jueves, septiembre 23, 2010
La tormenta
Un arcoiris perfecto: un amplio arco
se extiende a baja altura por el cielo del norte
atravesando el lago de agua negra
cuya quietud sólo se ve alterada
por unas leves olas sobre las cuales brilla
el frío sol del sur de la ciudad
desde el monte desnudo
en posición supina con respecto
al viento que no puede despertar
nada pero que empuja el humo procedente
de un puñado de chimeneas flacas
violentamente en dirección al sur
William Carlos Williams
Un arcoiris perfecto: un amplio arco
se extiende a baja altura por el cielo del norte
atravesando el lago de agua negra
cuya quietud sólo se ve alterada
por unas leves olas sobre las cuales brilla
el frío sol del sur de la ciudad
desde el monte desnudo
en posición supina con respecto
al viento que no puede despertar
nada pero que empuja el humo procedente
de un puñado de chimeneas flacas
violentamente en dirección al sur
William Carlos Williams
OJO, PINTA
Me hice viejo
pero no sabio.
Todo lo que aprendí sobre el amor
de nada me sirvió.
Todo lo que vi en el corazón de las mujeres
no era todo lo que había en el corazón de las mujeres.
Con las piedras que tropecé
no volví a encontrarme;
otras nuevas me hicieron caer.
Cuando me aparté diciendo
esa perra ya me mordió
entonces
me mordió una gata.
Luis Rogelio Nogueras
Me hice viejo
pero no sabio.
Todo lo que aprendí sobre el amor
de nada me sirvió.
Todo lo que vi en el corazón de las mujeres
no era todo lo que había en el corazón de las mujeres.
Con las piedras que tropecé
no volví a encontrarme;
otras nuevas me hicieron caer.
Cuando me aparté diciendo
esa perra ya me mordió
entonces
me mordió una gata.
Luis Rogelio Nogueras
Los zurdos
En el espejo, el uno frente al otro,
mutuamente se buscan la mano hábil;
escriben con los dedos en el aire
húmedo de la noche y miran fijo
mientras toman de a sorbos el licor
de la conciencia; afirman retractándose;
se pierden en el hilo del teléfono
y vuelven a encontrarse bajo el sol
de la mañana; juegan a esconderse
en lo inmediato y en lo oblicuo, cerca
del corazón salvaje; escuchan, sorda,
la música del cuerpo; el desapego
los encuentra de vuelta en el hogar;
cae la tarde; en sus habitaciones,
con una escoba intentan el rescate
de una libélula que zumba inquieta,
pegada al cielorraso; se sumergen
en un hondo silencio y se refugian
en la labor de músculos y espíritu;
mudos, conversan por telepatía
cuando avanza la noche sobre el campo,
antes de la tormenta; un rayo cae
cerca de ahí y los deja detenidos
en un instante luminoso, mientras
sopla un viento que va abriendo y cerrando
las ventanas de la oportunidad.
Chris Talbott
En el espejo, el uno frente al otro,
mutuamente se buscan la mano hábil;
escriben con los dedos en el aire
húmedo de la noche y miran fijo
mientras toman de a sorbos el licor
de la conciencia; afirman retractándose;
se pierden en el hilo del teléfono
y vuelven a encontrarse bajo el sol
de la mañana; juegan a esconderse
en lo inmediato y en lo oblicuo, cerca
del corazón salvaje; escuchan, sorda,
la música del cuerpo; el desapego
los encuentra de vuelta en el hogar;
cae la tarde; en sus habitaciones,
con una escoba intentan el rescate
de una libélula que zumba inquieta,
pegada al cielorraso; se sumergen
en un hondo silencio y se refugian
en la labor de músculos y espíritu;
mudos, conversan por telepatía
cuando avanza la noche sobre el campo,
antes de la tormenta; un rayo cae
cerca de ahí y los deja detenidos
en un instante luminoso, mientras
sopla un viento que va abriendo y cerrando
las ventanas de la oportunidad.
Chris Talbott
lunes, septiembre 06, 2010
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