martes, octubre 17, 2006

"La mayoría de las veces estoy en la oscuridad misma de mi deseo; no sé lo que quiero, el propio bien me resulta un mal; lleno de resonancias, vivo golpe a golpe: estoy en tinieblas. Pero también a veces hay otra Noche: solo, en posición de meditación (¿es talvez un papel que me asigno?), pienso en el otro con calma, tal como es; suspendo toda interpretación; entro en la noche del absurdo; el deseo continúa vibrando (la oscuridad es transluminosa), pero no quiero comprender nada; es la noche del no-beneficio, del gasto sutil, invisible: estoy a oscuras, estoy ahí, instalado simple y apaciblemente en el interior negro del amor."

Ahora ninguna de estas citas tiene sentido.
Se ha ido con él la idea de pensar en él.
Me dejó el sabor del dolor causado.
El día es como un paño blanco, húmedo, como los que usan las madres para detener la fiebre. Me resbalo en la noción de un tiempo laxo, días blandos sin nada que esperar.
Te llevaste la sorpresa del deseo de los otros. También en eso has sido el primero.

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