Me he estado conteniendo de escribir, de tomar la posta intimista de nuevo, pero acá estoy, apretando teclas. Últimamente lo que más hago es extrañar. Echar de menos hasta lo que no conozco.
Lo cierto es que escribir ahora tiene otro sentido, otras consecuencias. No es que eso sea malo, simplemente se siente diferente y esos cambios me asustan (lo que atrae también provoca miedo, como lo desconocido). No me salen las cosas cortas y concretas... estoy verborrágica, necesitando comunicación.
En estos días también sueño. Cierro los ojos y sueño imágenes, sabores, colores similares a la piel. No son buenos los veranos porque pienso demasiado, demoro en simplemente salir a la calle (como me gusta sólo caminar y caminar!), y aunque me encanta vestirme de verano (las polleras, las telas livianas, el solcito en la piel, tener que entrecerrar los ojos) es como que me acobardo y todo me cuesta un poco más. (creo que soy cobarde todo el año pero a veces tengo ataques heróicos, y más si tengo mi tapado puesto).
Igual me queda la necesidad... ese chispear en la piel y la cabeza.
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