sábado, diciembre 31, 2016
lunes, diciembre 26, 2016
miércoles, diciembre 21, 2016
Placeres
Me gusta descubrir
lo que no se ve
a simple vista, pero
está
dentro de algo de otra
naturaleza,
en reposo, escindido.
Las plumas de vidrio,
ocultas
en la pulpa blanca:
espinas de calamar
que arranco y dejo en
el colador
cuchillada a
cuchillada—
afiladas por la
velocidad como para traspasar
el corazón, pero
frágiles, la materia
desmintiendo el
diseño. O una fruta, el mamey,
envueltos en áspera
piel marrón, la carne
rosa-ámbar, y el
carozo:
el carozo una gema de
madera, tallado y
pulido, de color nuez,
con la forma
de una castaña de
Pará, pero grande,
tan grande como para
llenar
la palma hambrienta de
una mano.
Me gusta el tallo
jugoso que crece
rodeado por la hoja
más basta,
y el resplandor
amarillo-manteca
de la copa estrecha
donde la campanilla
se abre fría y azul en una mañana calurosa.Denise Levertov
viernes, diciembre 16, 2016
Fui al río...
Fui al río, y lo sentía
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.
cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces
que no llegaban hasta mí.
La corriente decía
cosas que no entendía.
Me angustiaba casi.
Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,
pero no podía.
Regresaba
—¿Era yo el que regresaba?—
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
Juan L. Ortíz
—¿Era yo el que regresaba?—
en la angustia vaga
de sentirme solo entre las cosas últimas y secretas.
De pronto sentí el río en mí,
corría en mí
con sus orillas trémulas de señas,
con sus hondos reflejos apenas estrellados.
Corría el río en mí con sus ramajes.
Era yo un río en el anochecer,
y suspiraban en mí los árboles,
y el sendero y las hierbas se apagaban en mí.
Me atravesaba un río, me atravesaba un río!
Juan L. Ortíz
miércoles, diciembre 14, 2016
sábado, diciembre 10, 2016
Tengo miedo de escribir. Es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de hurgar en lo que está oculto, pues el mundo no está en la superficie, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que instalarme en el vacío. Es en este vacío donde existo intuitivamente. Pero es un vacío terriblemente peligroso, de él extraigo sangre. Soy un escritor que tiene miedo de la celada de las palabras: Las palabras que digo esconden otras. ¿Cuáles? Tal vez las diga. Escribir es una piedra lanzada a lo hondo del pozo
Clarice Lispector
domingo, diciembre 04, 2016
martes, noviembre 01, 2016
Un amor más allá del amor,
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.
Roberto Juarroz
por encima del rito del vínculo,
más allá del juego siniestro
de la soledad y de la compañía.
Un amor que no necesite regreso,
pero tampoco partida.
Un amor no sometido
a los fogonazos de ir y de volver,
de estar despiertos o dormidos,
de llamar o callar.
Un amor para estar juntos
o para no estarlo
pero también para todas las posiciones
intermedias.
Un amor como abrir los ojos.
Y quizá también como cerrarlos.
Roberto Juarroz
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