Los zurdos
En el espejo, el uno frente al otro,
mutuamente se buscan la mano hábil;
escriben con los dedos en el aire
húmedo de la noche y miran fijo
mientras toman de a sorbos el licor
de la conciencia; afirman retractándose;
se pierden en el hilo del teléfono
y vuelven a encontrarse bajo el sol
de la mañana; juegan a esconderse
en lo inmediato y en lo oblicuo, cerca
del corazón salvaje; escuchan, sorda,
la música del cuerpo; el desapego
los encuentra de vuelta en el hogar;
cae la tarde; en sus habitaciones,
con una escoba intentan el rescate
de una libélula que zumba inquieta,
pegada al cielorraso; se sumergen
en un hondo silencio y se refugian
en la labor de músculos y espíritu;
mudos, conversan por telepatía
cuando avanza la noche sobre el campo,
antes de la tormenta; un rayo cae
cerca de ahí y los deja detenidos
en un instante luminoso, mientras
sopla un viento que va abriendo y cerrando
las ventanas de la oportunidad.
Chris Talbott
No hay comentarios.:
Publicar un comentario