Esta mañana, entre el ruido de los autos y la lluvia, soñé con X acostado en un bote navegando un lago de papel. Arrollabamos el papel para advertirle su proximidad a los bordes, su tendencia a golpearse. Y entonces lo rescataba y su cuerpo largo tiritaba de frío, como una extrema soledad.
Y entonces era un país lejano lleno de artistas, y un mejicano llegaba con doce valijas, todas cargadas a los hombros y salía a la calle a buscar que comer envuelto en un puño de pulover gigante que hacía que la gente se alejara. Y en el bar, oscuro y veraniego aparecía XX y yo no quería hablar con él y me decía algo de necesitar vacaciones.
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