miércoles, octubre 18, 2006
"Existe para mí un "valor superior": mi amor. No me digo jamás ¿para qué?. No soy nihilista. No me planteo la cuestión de los fines. nunca hay porqués en mi discurso monótono, sino uno sólo: pero ¿por qué no me amas? ¿Cómo puede no amarse ese yo que el amor vuelve perfecto (que da tanto, que hace feliz, etc.)? Pregunta cuya insistencia sobrevive a la aventura amorosa: "¿Por què no me has amado?"; o más aún "¡Oh!, dime, amor de mi corazón, ¿Por qué me has abandonado?" (...) Pronto (o al mismo tiempo) la pregunta no es ya "¿por qué no me amas?" sino "¿por qué me amas sólo un poco?" ¿Cómo haces para amar un poco? ¿Qué quiere decir amar "un poco"? Vivo bajo el régimen del demasiado y del no bastante; ávido de coincidencia, todo lo que no es total me parece parsimonioso; lo que busco es ocupar un lugar desde donde las cantidades no se perciban más, y en donde el balance sea proscrito. O incluso - puesto que soy nominalista-: ¿por qué no me dices que me amas?
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